Mi infancia transcurrió en contacto con la naturaleza, y si bien hace muchos años que vivo en la ciudad, tengo una sensación muy palpable de los cambios que se producen en la tierra y en el cielo a lo largo de las estaciones.
La lluvia, la seca, los brotes, las raíces, por medio de los sentidos me resuenen en la memoria y en la piel. La naturaleza manda, se impone.
En mis trabajos aparecen la tierra, los ritmos, y mi cuerpo. Mi obra refiere a la infancia, a cómo van impactando los vínculos tempranos en ese pequeño cuerpo físico y emocional. Aborda también el entorno en que crecieron, en el alimento recibido. Los regaron? Pudieron echar raíces?
Trabajo con ropa teñida con tintes naturales, cosidas con hilos e incluyo elementos de la naturaleza. Enlazo los materiales con crochet aprendido de mi abuela. El coser me lleva a un ritmo interior: lento y femenino. Me lleva a ponerme en contacto con mi vacío y mis lugares oscuros, esos que todavía no tienen palabra.
Todos sabemos que siempre, aún de pequeños, la vida va dejando marcas, a veces cicatrices y una personal manera de comunicarnos con el mundo.
Percibo la disociación en los cuerpos todos los días. Son producto de la velocidad de la vida cotidiana, la super-conexión electrónica, la exigencia y la consiguiente desconexión entre otras partes de nuestro ser. Es difícil hoy sentirse entero. Nuestra naturaleza perdió el ritmo. En mi obra los cuerpos no están completos.
Encuentro inspiración en la obra de Bourgeois, tan honesta e insoportablemente auto-referencial; en Boltansky del que me impresiona el volumen de ropa usada que emplea en sus instalaciones; de Adriana Varejao, los cortes que hace para mostrar el interior visceral de sus formas, en contraposición a la belleza exterior.
Cuando doy por "terminada una obra", cierro una parte del proceso y aparece otra. Por fortuna, al llegar a este punto aparece una nueva mirada: la tuya. Allí algo de tu mundo se enlaza con el mío y nuestros caminos se encuentran.
Silvina de las Carreras
Noviembre 2015
I spent my childhood amidst nature and although I have lived in the city for many years, I have a very palpable sense of the changes that occur on earth and in heaven over the seasons.
Rains, the dry season, sprouts, roots, they resonate with my memory and my skin through the senses. Nature is imposing its rules.
Land, rhythms and my body appear in my works. My work refers to childhood, as to how these early bonds have an impact on that tiny physical and emotional body. It also addresses the setting in which they grew up, the food they received. Did they water them? Were they able to take root?
I work with natural dyed clothing sewn with thread and I include elements from nature. I link the materials with crochet, learned from my grandmother. Sewing takes me to an intemal pace: slow and feminine. It leads me to get in touch with my emptiness and my dark places, those that still lack words.
We all know that even as children, life always leaves marks, sometimes scars and a personal way of communicating with the world.
I perceive dissociation in bodies every day. They are the product of the everyday speed, the super-electronic connection, the demand and the consequent disconnection between other parts of our being It is hard to feel whole today. Our nature has lost its rhythm In my work the bodies are not complete.
I find inspiration in the work of Bourgeois, so honest and unbearably self-referential; in Boltansky, of whom I am impressed by the volume of used clothing he uses in his installations; in Adriana Varejao, the cuts she makes to show the visceral interior of its forms, as opposed to the beauty of the exterior.
When I consider a work “finished”, I close one part of the process and another part appears. Fortunately, when I reach this point, a new look appears: yours. There, something of your world is linked to mine, and our paths meet.
Silvina de las Carreras
November 2015